sábado, 30 de abril de 2011

Fuentemolinos


Climatología: lluvia ligera
Participantes: Luis, Alfonso, Kike, Marta y David



Aparcamos los coches en el ensanche del camino frente al cartel de "CUEVA", y ascendimos hasta la boca de la surgencia. Estaba cerrada, pero accedimos desde más arriba por la gatera superior. Una gatera descendente bastante amplia y cómoda.
A medida que nos vamos internando, va aumentando el ruido de un tremendo rugido que suena como mi lavadora centrifugando. Es el agua que se precipita con fuerza por una cascada, donde un cable de acero sirve de ayuda a modo de pasamanos. Si bien en esta ocasión no era estrictamente necesario, lo será cuando el caudal del agua sea mayor.
Arriba el agua anda más calmada, aunque seguía tronando la caída de agua por aquel paso de pequeña sección y con redondeados clastos emergiendo de las paredes. Tras muy pocos metros este túnel por el que discurre el río se abre a un espacio más amplio.
La galería va cobrando cada vez mayores dimensiones con dirección Oeste, un paseo cómodo caminando sobre el agua, entre los curiosos efectos ingrávidos de la pudinga, tímidas formaciones que irán incrementándose y ganando en porte y multitud de microformas de precipitación como los "bosques de abetos", los "corales", o las "lentejas".
Tras subir y bajar uno de los varios obstáculos que bloquean a veces el río, nos encontramos con una cuerda que desciende desde lo alto, que supuestamente conduce al nivel 3. La dejamos para el regreso y continuamos chapoteando por el cauce.
Inmediatamante nos sumergimos en toda una exposición de cortinajes y pieles (o más bien ellos nos sumergen a nosotros), gigantescas coladas pardas, blancas y multicapa se precipitan desde las alturas.
Tras algunas eses, y dejando atrás una cuerda de nudos y una escala aupada sobre un resalte alto, se nos abre a la derecha lo que barajamos pudiera ser el caos de bloques que hay que trepar para ascender al tercer nivel, según la copla con la que se había quedado Luís "Al llegar al caos de bloques, trepada hacia atrás". Son algunos bloques y una empinada rampa de coladas con muy mala pinta en un vistazo inicial.
Kike la sube el primero sin pestañear, las coladas están secas y descascarilladas en algunos puntos, lo que hace que la trepada sea más segura de lo que parecía desde abajo.
Como hay varias posibilidades, primeramente, desde media altura de la rampa me aupo hasta un repecho que conduce a un túnel que corre en paralelo al río, cuando de pronto me encuentro con Marta saliendo de un agujero lateral a la izquierda. Viendo que el túnel se precipitaba de nuevo hacia el río por el otro extremo, hacia el Oeste, volvemos a descender todos -que ya nos habíamos reagrupado arriba- por este último paso, reptando incómodamente entre resquicios de bloques, que parece más seguro que el repecho, fácil de subir pero arriesgado de bajar.
Volvemos a subir por la colada como si no hubiera pasado nada, y tomamos la segunda opción, accediendo a otra galería alta que en dirección contraria, hacia el Este, vuelve a precipitarse hacia el río. Unos pasos atrás nos disponemos a trepar bloques buscando continuación hacia arriba y localizamos una cuerda de nudos antes de que bloques pueda justificar su plural.
Más arriba salimos de frente según nos deja la cuerda, ascendiendo hasta alcanzar una repisa con un ventanuco con una X negra hacia el Oeste que descartamos. Ratoneamos por los vericuetos alcanzando pasos aéreos que nos llevan a los techos de aquel barrio pero que no parecen ir a sacarnos de él.
Así que, de nuevo, volvemos a la zona de la cabecera de la cuerda, y, en la pared opuesta, nos colamos por una abertura que lleva la dirección de la galería de abajo.
A través de un estrecho paso sobrevolamos los pisos en los que antes estuvimos, y llegamos de nuevo a una cornisa que se precipita sobre el río. Trepamos, cambiamos de dirección, y continuamos ascendiendo escurriéndonos por las rendijas de los bloques.
Y por fin hemos alcanzado el tope. Al borde de una caída que se abre hacia el Oeste, en torno a una gruesa estalagmita, se halla una cinta para instalar una cuerda que ataje parte de toda esta vuelta, pues no hemos hecho sino ir ganando altura como si estuviéramos en una torre, escalando girando en sentido antihorario.
Paramos aquí a comer algo, junto a un curioso gour seco con perímetro poligonal.
Y marchamos hacia el Este, por una galería que promete formidables formaciones.
Enseguida nos encontramos un pasamanos ideal para una peli de Indiana Jones, y tras atravesarlo continuamos descendiendo en la misma dirección que llevábamos.
Alcanzamos una bonita zona con pozas, gours y muchas formaciones.
Al final la galería se estrecha y forma una rampa que se precipita al vacío. A juzgar por la decoración que se ve por abajo, sospechamos estar sobre la zona de los cortinajes, lo cual nos confirmaba que más adelante se hallaría la cuerda del nivel 3 que caía hacia el curso de agua principal, y que por tanto debíamos seguir en aquella dirección.
Como hay placas instaladas para montar un pasamanos, voy instalando la cuerda, terminando en una cornisa del lado derecho y sin ver más anclajes frente a mí. Podría seguir por la cornisa irregular, abandonando la cuerda, pero la continuación más allá no se ve clara. Desmontamos y volvemos para atrás, registrando bien la zona anterior para buscar un "by-pass", un camino alternativo que discurra hacia el Este esquivando aquel paso incierto.
De regreso nos llama la atención la coloración morada, posiblemente por la acción de una veta de magnesio, de un sector de formaciones al que no habíamos prestado atención a la ida.
Donde el pasamanos de Indiana Jones, pasando olímpicamente del mismo y bajando abajo, aparece una galería baja, con gours, tanto secos como llenos, con algunos barrizales enguarrados por los pisoteos y arrastres de los visitantes. La galería va laminándose y, tras girar lentamente, se dirige claramente hacia el Este, lo cual otorga esperanzas de que podría tratarse del by-pass que buscábamos (y que más tarde descubriremos que no existe). Pero termina cegándose.
Volvemos hacia atrás y descendemos hasta el río. Ahí aprovechamos para explorar la cuerda de nudos que nos habíamos dejado en ese nivel principal, junto al río. Esta cuerda sube por una rampa y conduce a una camarilla con otra cuerda y una escalera, y de ahí a un largo y recto túnel, estrecho y alto, salvo en su parte final donde se lamina ligeramente. Abundantes gours y formaciones. Suponemos que es el Nivel 2 (pero no, esto por lo visto es un nivel intermedio), que discurre por debajo de la zona que acabábamos de abandonar, pues en cierto punto las paredes cobraban un ligero tono morado, que podría venir de la misma veta de magnesio.
De nuevo abajo en el río, continuamos deshaciendo el camino hasta llegar a la cuerda para subir al Nivel 3. Como no habíamos logrado encontrar la continuación desde el otro lado, al menos subiremos por aquí.
Una vez arriba me dirijo primeramente hacia la derecha, donde atraen mi atención unas curiosas estalactitas entre dos pozas, y luego una corta cuerda de nudos para auparse hasta la parte de arriba. Al final de un breve recorrido hay un cordino doble alrededor de una columna para descender el pozo que se abre en el suelo y corta el paso. Tiro una cuerda y desciendo, pensando que podría haber más pozas con formaciones similares como las de más atrás.
Al llegar al fondo y echar un vistazo, no tardé en imaginar lo que iba a encontrar. Fui avanzando por la cornisa que volaba sobre una gran caída, hasta que no me quedó ninguna duda de que estaba en el pasamanos que descartamos cuando llegamos desde el otro lado.
De todas formas, si hubiésemos seguido en su momento, nos hubiéramos comido los mocos, pues no había cuerda instalada previamente para ascender. Aunque al regresar comprobé que la trepada era viable, gracias a las irregularidades de las paredes y la pudinga, en caso de necesidad se podría subir sin cuerda... pero sobretodo si tienes una pasada por el croll asegurándote.
Al regresar arriba, Marta venía de hacer una incursión interrumpida por la otra zona, y para allá que nos fuimos, por los ramales del Este. La otra zona era sin duda lo mejor de la cueva, allí donde se encontraban los espectáculos más curiosos de Fuentemolinos.
La larga galería, llegados a cierto punto, acumulaba tal profusión de excéntricas decorando techos y paredes, que me vino a la cabeza la Cueva del Muerto, incluso podría establecer un paralelismo espéleomístico entre el Paso de la Cárcel y el Paso del Paritorio. Pero lo más llamativo fueron los delgados suelos huecos y las plataformas de varios pisos que el nivel de las aguas había ido formando junto a las lagunillas.
Al final de la larga galería las formaciones que la atiborraban fueron despareciendo, dejando a la pudinga desnuda de nuevo, y el paso se fue comprimiendo por una serie de laminadores.
Estuvimos dentro unas 7 horas. Todos salimos contentos, encantados por la belleza de las formaciones y por la diversión de los recorridos y búsquedas.
La propuesta de esta cueva surgió tras una inconveniencia para realizar la cavidad que realmente estaba prevista inicialmente para esta fecha, y tras otras propuestas que no terminaban de satisfacer a todo el mundo. En este caso se puede decir que no hay bien que por mal no venga.


Clastos emergiendo de la pudinga, una característica de esta cueva

Avanzando por el río cuya galería va creciendo en altura



Gran colada en la galería principal





Formaciones tintadas de morado por el magnesio


La última poza del nivel 2 antes del pasamanos hacia el nivel 3. Tiene cierta profundidad y es necesario andarse con ojo si no te quieres dar un baño

El cómodo paso de la galería del nivel 2 se ve alterado por una caída sobre el nivel inferior que hay que salvar avanzando un trecho por una arriesgada cornisa, con un pasamanos de seguridad que está desmontado. A pocos metros al otro lado se halla el nivel 3

Arrecifes de gours coralinos

Bastoncillos

Por aquí hay que andar con cuidado para no destruir estos delgados suelos en forma de mesillas



Plataformas configuradas a lo largo de las variaciones del nivel del agua, en "el lago"

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