sábado, 14 de marzo de 2009

Cueva del Muerto


Fecha: 14 de Marzo de 2009
Climatología: Soleado y buena temperatura
Participantes: Miguel , José Manuel, José Luis, Sarah, Luis, Alfonso, Kike, David, Chema y José Manuel.

Chema y Toña me habían hablado de esta cueva el verano pasado, una cueva de la que conservaban el recuerdo fotográfico de una singular aglutinación estalactítica de gran vuelo que actualmente no existe, "la solitaria": cayó por su propio peso o quizá por accidente.
Nos decidimos a visitarla y Chema y su hermano Jose tuvieron la gentileza de hacernos de guías a través de las galerías.

El acceso se realiza por unos caminos que suben y bajan por los montes, abundantes en pedrolos sueltos en algunos tramos ocasionando dificultades a los vehículos, por lo que Miguel se plantó en cierto punto sin querer proseguir con el coche. De todas formas la boca quedaba cerca, unos 800 metros en línea recta según el GPS. Los de su coche nos bajamos y procedimos a mover las piernas mientras el resto de sibaritas continuaron sentados para bajarse a pocos metros de la boca.

La boca conduce por unos escalones descendentes hasta un pozo de unos 8 metros, al fondo del cual progresamos hacia la derecha (o hacia la izquierda, dependiendo de a dónde mires) empezando ahí las primeras incomodidades: repisas, y techos bajos y forrados de cristalizaciones. Enseguida llegamos al temido "Paso de la Guardia Civil", que resultó no ser para tanto; aunque ocasionó un tapón tanto a la ida como a la vuelta por el número de visitantes que éramos.

Retomando el momento de entrada, y atravesado el estrechamiento de la benemérita, casi de seguido nos encontramos con una gatera que había que atravesar con la cabeza pegada al suelo; quiebro a través de un túnel bajo, campo de melones, y llegamos a "La Cárcel". Desde este punto, empieza un no parar de formaciones de gran belleza, por su grandiosidad, número y detalle.
Para seguir avanzando saltamos entre "las rejas" y la cosa se pone muy interesante, una decoración exquisita.

La cueva se desarrolla como una sucesión de grandes salas separadas entre ellas por algún tipo de dificultad: una gatera, una trepada, una destrepada, un foso... Todas fácilmente salvables con cuidado y la estrategia adecuada.

La cueva es una belleza, profusa e inagotable en formaciones de todo tipo, al que decoró la cueva no se le agotó el presupuesto en casi ninguna sala: estalactitas, estalagamitas, columnas, gours... aunque si hubiera de destacarse algo de ella esto sería la profusión de espeleotemas excéntricos que crecen en las zonas más interiores como hordas de gusanillos rabiosos forrando techos y estalactitas; adoptando todo tipo de retorcidas formas caóticas: aguijones, ganchos, deltas, redes, sierras...

El paraíso de los amantes de los laberintos barrocos, que requiere en ocasiones arrastrarse y golpearse codos y rodillas. Ah, y rebozarse en arcilla (opcional, por supuesto).






Más fotos: Álbum de David